Llega tarde, son las cinco y diez, llevo
diez minutos aquí de pie esperando, como una idiota y él no viene. ¿Por qué me
pasan estas cosas siempre a mí? Me dijo que a las cinco ya estaría aquí, me lo
dijo y no está… Le llamo, ni caso, ha saltado el buzón. ¿Qué hago? Mejor me
voy, he sido una idiota al pensar que podría interesarse en mí. Empiezo a
caminar y oigo que alguien me llama “¡Albaaaaaaa!” sí, es él, no lo veo pero lo
sé. Me detengo y doy media vuelta.
- Pensaba que te habías arrepentido… —dice Alba un poco desanimada.
- ¿Arrepentirme? ¿Estás loca? —dice Liam.
- Es que como no venías… —dice Alba.
- Escúchame bien, yo nunca te dejaría
plantada. No soy así. —dice Liam.
- Lo sé, bueno, ¿ qué
te parece si vamos yendo? —dice Alba.
- Vale, ¿y adónde
vamos? —dice Liam.
- Pues no lo sé, elige
tú. —dice Alba.
- Sígueme, se me acaba
de ocurrir el sitio perfecto. —dice Liam.
Empezamos a
caminar y de repente Liam me pasa el brazo por encima rozando con sus dedos tan
suaves y delicados mi cuello. Yo sonrío y no puedo apartar los ojos de su cara,
soy feliz, muy feliz. Tanto que mi sonrisa puede verse a quilómetros. Pero que
mono es, parece que esté soñando, porque no estoy soñando ¿verdad? No, menos
mal. Paramos. ¿Habremos llegado ya? El lugar no es tan bonito como el que
aparece en mis sueños, pero no está tan mal, además, estoy con él, que es lo
que importa.
- ¿Hemos llegado?
—dice
Alba.
- Sí, pero nos
falta una cosa. —dice Liam.
¿Una cosa? ¿De
qué habla? Ojalá se tratara de un beso, pero eso ya es mucho pedir, y no creo
que quiera salir con una chica como yo. ¿O tal vez sí? No lo sé, dicen que el
amor es lo más bonito del mundo. Pero a mí esto me vuelve loca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario