sábado, 22 de septiembre de 2012

Capítulo 1


Era un día precioso de verano, el sol brillaba con fuerza, los pajaritos cantaban y el aire olía a vacaciones, sí, era el último día de clase. Y aunque en realidad no íbamos a hacer nada durante todo el día, estaba deseando llegar para verle, sí, sí, puede que suene un poco raro, pero lo cierto es que todos los días me levantaba con ganas de ir a clase, y el hecho de ser el último día me entristecía un poco. ¿Y si no lo veía más? ¿Y si al volver ya no se acordaba de mí? O peor aún, ¿y si conocía a otra? Buff… solo de pensarlo se me encogía el corazón. Pero aún así no sabía que podía hacer, vale, podría habérselo contado, pero nunca lo conseguía, y no sería porque no lo había intentado, pero cada vez que me acercaba no me salían las palabras, me quedaba bloqueada y tartamudeaba. Bueno, una vez casi lo consigo, pero cuando tenía las palabras en la punta de la lengua apareció su mejor amigo, tan oportuno como siempre y le dijo que había pasado no sequé, así que por el momento he decidido dejarlo y dedicarme simplemente a llamar su atención de otras formas. Aunque tampoco me ha dado mucho resultado, el caso es que hoy, para variar, apenas he dormido, y faltan solo tres clases para que nos vayamos a casa. He hablado con Sonia, y como siempre, me ha dicho que soy tonta, que si se lo hubiera dicho a Liam des de un principio quizás ahora no estaría así, y sé que en el fondo tiene razón, pero yo quiero que sea él el que se acerque y me diga en voz baja y al oído que me quiere. Vale, puede que haya visto muchas películas o que como no he dormido, aún siga soñando, pero me haría mucha ilusión.
¡¡Riiiiiiiiiiiiiiin!! Acaba de sonar la campana del cambio de hora, nos toca historia con “El ogro”. Así que mientras llega a clase salgo al pasillo un rato con Marta a hablar de algo que no sean las notas.


- ¡Marta! Cuanto tiempo sin hablar. —dice Alba.

- Ya ves, casi ni nos vemos. ¿Qué tal las notas? —dice Marta.
-Ya, es que últimamente no he pisado mucho los pasillos. Bueno, me han dicho que me caerán dos… Pero prefiero que hablemos de otra cosa.—dice Alba.

- A mí me han dicho que tres, pero que todo depende de lo que hablen en la evaluación esta tarde. —dice Marta.
- Bueno, pues entonces mucha suerte. —dice Alba.
- Gracias, a por cierto, me ha dicho Liam que te estaba buscando. —dice Marta.
- ¿A mí? —dice Alba un poco extrañada.

- Sí, a ti, ¡no va a ser a mi abuela! —dice Marta.
- Ya bueno, ¿y te ha dicho algo? —dice Alba.
- No, pero parecía impaciente y algo preocupado. Bueno, te tengo que dejar que por ahí viene mi profesor. —dice Marta.
- Ya, yo también, que creo que el mío ya ha entrado. Gracias por decírmelo, y si te enteras de algo dímelo por fa… —dice Alba.
- Claro tonta, y alegra esa cara, que es el último día. —dice Marta.
- Lo intentaré. Adiós. —dice Alba.
- ¡Adeu guapa! —se despide Marta.
Toc toc, llamó a la puerta, me abren y el profeso dice que ahora voy a estar toda la hora en el pasillo, yo salgo encantada. Y bueno, aquí estoy, llevo apenas diez minutos y en lo único que pienso es en lo que me acaba de decir Marta, “Liam te estaba buscando y parecía impaciente y preocupado”. Me estaba buscando a mí, sí, bueno, quizás sea para pedirme los deberes de septiembre, pero me da igual, ha pensado en mí. Se ha abierto la puerta y aparece el profesor gritándole a alguien, intento adivinar quién es, un momento, no puede ser, ¿Es Liam? ¿Qué habrá hecho para que lo expulse de clase? Se acerca y me mira con esa mirada azul intensa a los ojos, no hay nadie más en el pasillo, estamos solos los dos, no puedo parar de mirarle y sonreír.

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